Este año el mundo se convirtió en un enorme set de rodaje, hemos sido testigo de escenas más propias de una película que de la vida real. A un mes de finalizar el año, no cabe ninguna duda de que recordaremos 2020 como el año de una pandemia mundial sin precedentes. En cualquier caso, seguimos haciendo frente a este nuevo escenario, desarrollando continuamente soluciones para abordar los retos que van surgiendo a diferentes escalas.
En este sentido, la logística tuvo un papel protagonista desde el principio, especialmente en los sectores farmacéutico y alimentario y en lo que a comercio electrónico se refiere. Una vez superados los picos de consumo nunca antes vistos, que hicieron colapsar a gigantes del comercio como Amazon (cuyo modelo de distribución resulta un ejemplo), el foco ahora está en poner las cadenas de suministro al servicio de la distribución de la vacuna contra la COVID-19. Esto va probar el nivel y calidad logística de los diferentes mercados.
Se trata de una distribución a gran escala que sienta las bases de la carrera por la inmunidad de rebaño, aunque esto puede tardar en suceder varios años, por lo que, en primera estancia, el objetivo es rebajar progresivamente los altos niveles de contagio. El contexto es lo suficientemente importante como para no dejar nada al azar. Un supuesto plan b no tiene cabida en este entorno, una posible rotura de stock deja sin abastecimiento a centros asistenciales y esto repercute en el bienestar de toda una sociedad. Dicho de otro modo, no se trata del libre juego de mercado en el que no entregar un pedido a tiempo supone un cliente insatisfecho y, por tanto, un elevado coste de oportunidad. En esta ocasión, hablamos de las repercusiones en términos de salud para millones de personas de todo el mundo.
Para entregar las vacunas con su efectividad intacta, la cadena de suministro debe ser eficiente, asegurando que la vacuna ha sido transportada, distribuida y almacenada sin romper en ningún momento la cadena de frio que la mantiene.
Para el transporte de vacunas hay un protocolo específico que se debe aplicar. A través de RFID podemos asegurar la correcta aplicación de dicho protocolo. Es una tecnología que nos permite la captura de información y datos de manera automática, sin interactuación de personal, evitando así el error humano.
Como nos indican desde el Comité Asesor de Vacunas (CAV-AEP), TRANSPORTE Y CONSERVACIÓN DE LAS VACUNAS1, algunos de los puntos clave para el transporte de vacunas, se explican a continuación. Habitualmente, la temperatura de conservación de las vacunas debe situarse entre +2 °C y +8 °C. Sin embargo, según los últimos estudios, para asegurar la calidad de las vacunas de la COVID-19, se necesitan diferentes rangos de temperatura. En el caso de la vacuna de Pfizer, debe ser inferior a -70ºC grados, inferior a -20º si se quiere asegurar una vida útil de 6 meses. En el caso de Moderna, si su aplicación se realiza antes de 30 días, es suficiente con una temperatura de mantenimiento entre -2º y -8ºC.
Es fundamental para lo realmente importante, el fin último para el que nace, que es garantizar la asistencia sanitaria, pero también, para evitar ineficiencias en las fases de distribución que supongan costes extras asociados que repercuten en la cuenta de resultados de los sistemas sanitarios. Factores que, a su vez, afectan a un sistema económico ya tocado y hundido por la crisis.
Pero mantener la cadena de frío implica a todos los eslabones de la cadena: envasado, transporte y almacenamiento. La ventaja de usar RFID es que podemos aplicarlo en cualquier punto de la cadena, el que decidamos, y será esa unidad de medida o aplicación la que nos dará mayor o menor punto de control. Lo ideal es conocer el estado de cada vacuna de manera única e individualizada. Para ello, es necesario aplicar a cada una su correspondiente etiqueta de RFID durante la fase de envasado y, antes de su almacenamiento, en cajas selladas y refrigeradas. De esta forma, se le da un carácter de ítem único y es más sencillo conocer su trazabilidad durante toda la cadena. Además, existen etiquetas configurables por rango de temperatura que cambian de color si cambia la temperatura marcada en la configuración.
Otra opción es que la etiqueta RFID identifique un pack o envase múltiple. No obstante, debemos tener en cuenta que, a más individualización, más control conseguiremos, es decir, si tenemos el punto más bajo del artículo a nivel de pack, cuando se detecte una posible anomalía habrá que retirar o bloquear todo ese pack afectado.
La fase de transporte es la que suele concentrar el mayor número de incidencias y se inicia en el momento en el que los packs de virales salen del almacén. Aquí cobran un gran protagonismo los controladores o lectores de temperatura de las etiquetas RFID y pueden ser fijos y móviles. Los fijos están pensados para salidas de almacén y vehículos especiales y los móviles están más orientados para vehículos con gran movilidad o para realizar una confirmación in situ, en el punto de entrega.
A pesar de todo el control realizado en las fases previas, el riesgo de rotura de la cadena de frío persiste. Por ello, debemos maximizar los puntos de control a la hora de hacer la entrega en los diferentes puntos; también se debe confirmar y validar el pack. Los centros hospitalarios cuentan con sistemas de almacenaje muy controlados. Igualmente, es recomendable disponer de un sistema validación para garantizar una mayor seguridad antes de efectuar almacenamiento correspondiente.
Para entender un poco el funcionamiento de RFID (identificación por radio frecuencia), tan solo debemos entender que es una transmisión de datos mediante ondas de radio que trabajan en una banda específica, una banda que está normalizada para cada país o región, pero que permite funcionar en cualquiera de ellos. Por un lado, tenemos las etiquetas o chips de escritura que identifican los ítems y que pueden incluso disponer de sensores de temperatura, así como los lectores de esos artículos individuales o packs. Hoy en día existen diferentes dispositivos de lectura de RFID, en diferentes formatos, que permiten ser aplicados en diferentes entornos, aplicaciones y contenedores.
Leen de manera automática los chips que, a su vez, van registrando de manera automática las mediciones. También se pueden ampliar la información interconectando los dispositivos de radiofrecuencia con dispositivos IoT. Algunos de estos sensores IoT van equipados con acelerómetros, termómetros ambientales, sensores de luz, receptores GPS, transmisores 4G/5G, que permiten enviar la información en tiempo real de lo que está sucediendo, para poder actuar de manera más eficiente y eficaz ante posibles situaciones adversas.
Los lectores de radio frecuencia, bien sean fijos o móviles, están regulados por unos estándares internaciones. Esto hace posible su lectura en cualquier parte del mundo, porque tienen la misma forma de trabajar y se pueden interconectar con cualquier dispositivo de comunicación para enviar la información que reciben a través de la antena o antenas, una vez que envían las ondas de radio que activan los chips que tiene en su radio de acción. Este puede variar desde unos pocos milímetros a varios metros, en algunos casos hasta más de 10 metros. Existen algunas versiones que ofrecen más prestaciones, por ejemplo, en algunas ocasiones llevan incorporadas unas pequeñas baterías para trabajar de manera autónoma, sin requerir la onda de activación. Igualmente, pueden recoger la temperatura y registrarla.
Cada chip de etiqueta cuenta con una memoria de escritura y lectura con un número único para cada dosis, para poder tener información en tiempo real y disponer de métricas a nivel dosis. Dentro de estas codificaciones, existen propuestas o recomendaciones por la comunidad internacional de identificación (GS1) que nos ayudan a una correcta aplicación de los mismos2.
A la hora de crear un sistema robusto de gestión de la cadena de suministro y poder tener una mayor trazabilidad y seguridad en el correcto manipulado y transporte es de vital importancia contar con un software, que tendrá una heurística, que analice, aprenda y se anticipe a posibles errores. En resumidas cuentas, la tecnología RFID, en combinación con diferentes dispositivos IoT y un adecuado software de gestión, permite disponer de la información suficiente para tomar mejores decisiones y anticiparse a posibles errores, siempre y cuando se haya realizado una correcta consultoría, diseño y planificación de la solución y su correspondiente configuración y puesta en marcha de los equipos.
Referencias
Nombre | Ismael Herreros |
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Empresa | Moinsa RFID |
Cargo | Global Key Account Manager |
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