Cannabis sativa L. es una planta cuyos usos, tanto medicinales como recreativos, se conocen desde hace siglos. Se trata de una planta dioica cuya variedad indica o cáñamo indiano es rica en compuestos psicotrópicos (cannabinoides). La droga vegetal (Cannabis sativa folium cum flore) está constituida por las sumidades femeninas desecadas y prensadas.
Sus principales constituyentes son los cannabinoides de estructura terpenofenólica, destacando el Δ9-tetrahidrocannabinol (THC). Se han descrito más de 60 cannabinoides, siendo los mayoritarios el cannabidiol (CBD), cannabigerol, cannabinol y Δ8-tetrahidrocannabinol. Se encuentran mayoritariamente en las plantas femeninas, en especial en la resina secretada por los tricomas presentes en las brácteas y bractéolas que envuelven el ovario (figura 1).
Figura 1. Estructura química de cannabinoides naturales.
Desde el punto de vista químico, son sustancias que suelen tener una estructura carbocíclica compuesta de 21 carbonos y que están formados generalmente por tres anillos: ciclohexeno, tetrahidropirano y benceno.
Control de calidad
La materia vegetal fresca tiene por lo general poca cantidad de THC, que se supone se produce artificialmente a partir del THCA (ácido tetrahidrocannabinólico) mediante descarboxilación no enzimática durante su almacenamiento y consumo.
En cuanto al método analítico empleado, puede escogerse entre la medición del THCA y el THC por separado, o del THC total (es decir, la suma de las cantidades de THC y THCA).
El método escogido viene determinado en ocasiones por la legislación nacional. Si no existe ningún requisito legal al respecto, por lo general se mide el THC total, dado que refleja mejor la actividad farmacológica del material.
Acción farmacológica
Diversos estudios in vitro, con animales de experimentación, y clínicos han demostrado actividades farmacológicas muy diversas, destacando los efectos sobre la espasticidad así como los antieméticos, estimulantes del apetito, antiinflamatorios y analgésicos.
El mecanismo de acción farmacológico se basa en la estimulación de los receptores cannabinoides CB1 y CB2, que se encuentran en diferentes áreas cerebrales y periféricas, como parte del sistema endocannabinoide humano. Este es un complejo sistema endógeno de señalización, que está ampliamente distribuido en el organismo de los mamíferos e interviene en múltiples vías metabólicas, regulando de forma versátil la fisiología celular.
Usos
El uso médico de preparaciones derivadas de la planta Cannabis Sativa tiene una larga historia.
En el siglo XX su consumo con fines medicinales era muy limitado. Hubo un resurgimiento a mediados de 1990, cuando en EEUU se aprobó un referéndum que legalizó el uso médico del cannabis. Otros países que introdujeron un programa de cannabis medicinal son: Canadá (1999), Israel (2001), Países Bajos (2003), Suiza (2011), R. Checa (2013), Australia (2016) y Alemania (2017). Estos países legislaron para permitir el uso médico del cannabis en condiciones específicas.
El uso médico de cannabis y los cannabinoides puede referirse a una amplia variedad de preparaciones y productos. Las diferentes formas de preparaciones para uso médico son las que tienen una autorización de comercialización y las que no. Las preparaciones de cannabis son productos que no tienen una autorización de comercialización para uso médico.
De los fitocannabinoides, el más estudiado es el THC, que es el principal responsable de los efectos psicoactivos. Le sigue en importancia el CBD, que posee propiedades ansiolíticas, antipsicóticas y anticonvulsionantes. La carencia de psicoactividad y las propiedades analgésicas y antiinflamatorias han facilitado su oferta en diferentes tipos de preparados.
Existe evidencia para el uso médico del THC (náuseas, vómitos, estimulo del apetito y reducción del dolor). El CBD puede moderar los efectos psicoactivos del THC y tiene propiedades medicinales, como la reducción de los episodios de epilepsia.
Los primeros medicamentos con autorización de comercialización fueron cannabinoides, sintetizados en el laboratorio en lugar de haber sido extraídos de la planta, y presentan las siguientes indicaciones terapéuticas: náuseas y vómitos, producida por la quimioterapia oncológica y anorexia en pacientes con SIDA.
Posteriormente se comercializó un extracto de la planta que ha pasado todas las pruebas clínicas exigidas y hasta el momento es el único autorizado por la Agencia Española del Medicamento. Se trata de dos extractos suaves de hoja y flor de cannabis estandarizados en Δ9-tetrahidrocannabinol y cannabidiol, presentando una relación THC/CBD 1:1, y se usa en la espasticidad muscular, resultante de la esclerosis múltiple.
Está contraindicado en pacientes con hipersensibilidad a los cannabinoides o a alguno de los excipientes, así como en aquellos con antecedentes personales o familiares de esquizofrenia u otras enfermedades psicóticas y mujeres en periodo de lactancia.
El uso del CBD sintético se recomienda para el tratamiento de ciertas formas de epilepsia infantil resistentes al tratamiento estándar (Síndrome de Lennox o Dravet). Existe un medicamento de registro centralizado en EMA con esa composición e indicación.
Por otra parte el CBD, el fitocannabinoide no psicoactivo de la planta y de obtención sintética, se está convirtiendo en el ingrediente estrella presente en las formulaciones cosméticas.
Cannabis y cannabinoides en uso veterinario
Su uso se está ampliando hasta el campo de la medicina veterinaria. La aplicación de cannabinoides en salud animal tiene indicaciones similares a las aconsejadas para los humanos. No obstante, los ensayos clínicos son escasos y conviene aclarar que no se debe extrapolar livianamente los resultados obtenidos de ensayos en seres humanos hacia la medicina veterinaria.
Preparaciones de cannabis
Se refiere a los derivados de la planta Cannabis sativa que no tienen autorización comercial para uso médico (flor, resina o hachís, aceite extraídos de la planta, extractos concentrados y otras preparaciones de cannabis, como geles, tinturas o comestibles).
Futuro del cannabis
Lo más difícil del trabajo con los cannabinoides, podría decirse que es la falta de una legislación vigente que permita libremente el estudio de cannabis. Es necesario poder investigar todas las opciones que nos dan los distintos cannabinoides en los campos médicos, alimentario y cosmético sin limitaciones.
Los profesionales de la salud deben estar informados de las investigaciones que se vienen llevando a cabo en todo el mundo y ser instruidos para el manejo de las patologías autorizadas, conociendo perfectamente su mecanismo de acción, concentración adecuada de cannabinoides por patología, formas de presentación, interacciones, efectos adversos y contraindicaciones.
Es imprescindible separar el uso recreativo de esta planta, el cual, salvo contadas excepciones, no se correlaciona con un uso medicinal aceptado desde lo concerniente al modelo de investigación científica. De hecho, cualquier planta que se fume echa de lado cualquier eventual beneficio, ya que el solo hecho de la combustión de la planta en su hábito fumatorio, conlleva a la generación de cientos de carcinógenos que no están presentes en la planta en su estado puro.
El cannabis lleva aquí más tiempo que la medicina basada en la evidencia y es por eso que esperamos que se siga estudiando y que no solo se considere sus usos psicotrópicos y lúdico.
Dos recientes cambios normativos facilitaran el camino hacia el uso medicinal de esta planta. El primero es la declaración de la UE indicando que el CBD no es una sustancia estupefaciente y el segundo la decisión de la OMS de retirar el cannabis de la lista de narcóticos de riesgo.
Nombre | Josep Allué Creus y Romina Muñoz Canales |
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Empresa | Apdena Consult S.L. |
Cargo | Director y Máster en fitoterapia y desarrollo de producto e innovación, respectivamente |
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