¿Qué retos consideras que tiene por delante la industria farmacéutica?
La industria farmacéutica está en un momento apasionante, pero también lleno de desafíos que nos exigen repensar muchas cosas. Uno de los más importantes, en mi opinión, es el acceso a la innovación. No basta con desarrollar medicamentos innovadores si no somos capaces de garantizar que lleguen a todos los pacientes que los necesitan, sin importar dónde vivan o cuál sea su situación. La equidad en salud es un reto enorme, y también una responsabilidad compartida.
Otro gran desafío es cómo seguimos avanzando hacia una medicina cada vez más personalizada. La ciencia nos está llevando hacia tratamientos más específicos, más dirigidos, y eso es fantástico, pero también implica una complejidad enorme en términos de desarrollo, regulación y acceso. Requiere una transformación profunda en cómo pensamos la investigación y el sistema de salud en general.
Y por supuesto, no podemos dejar de hablar de la revolución tecnológica. La inteligencia artificial, el big data, el análisis predictivo… todo eso ya está aquí, y tiene un potencial inmenso. Pero también implica que tenemos que adaptarnos, incorporar nuevos perfiles, aprender nuevas habilidades y, sobre todo, integrar la tecnología sin perder de vista lo más importante: el paciente.
Personalmente, me ilusiona formar parte de esta industria en un momento tan transformador. Creo que tenemos la oportunidad —y el deber— de construir un modelo más innovador, más humano y justo.
¿Cuáles son las principales dificultades u obstáculos que, a tu juicio y según tu experiencia, deben afrontar las mujeres para el desarrollo de su carrera en este sector?
Sinceramente, creo que hemos avanzado mucho en los últimos años. Hoy vemos a muchas mujeres ocupando posiciones de liderazgo en la industria farmacéutica, y eso es algo que hay que celebrar. Pero también es cierto que todavía existen barreras más sutiles, que no siempre son visibles a simple vista, pero que siguen teniendo un impacto real en el desarrollo profesional de muchas mujeres.
Por ejemplo, aún hay cierta desigualdad en términos de visibilidad. En conferencias, en publicaciones científicas o en espacios de decisión, a veces cuesta más ver a mujeres ocupando esos lugares de referencia. Y no es por falta de talento, sino por dinámicas que aún debemos seguir cuestionando y cambiando.
También están esas pequeñas actitudes o comentarios —las llamadas microagresiones— que pueden parecer inofensivos, pero que con el tiempo minan la confianza y generan un entorno menos inclusivo. Y por supuesto, la maternidad sigue siendo un punto de inflexión en muchas carreras. Aunque hay políticas de conciliación, la realidad es que muchas mujeres sienten que deben elegir entre avanzar profesionalmente o estar presentes en su vida familiar, cuando no debería ser una disyuntiva.
Desde mi posición, intento ser consciente de estas realidades y contribuir a generar espacios más equitativos, donde el talento, la meritocracia y el compromiso sean lo que realmente marque la diferencia, independientemente del género.
¿Qué características consideras que son necesarias para cubrir un puesto de liderazgo?
A lo largo de mi carrera he aprendido que liderar no es solo tomar decisiones o marcar el rumbo, sino saber conectar con las personas, inspirarlas y acompañarlas en los momentos buenos… y en los no tan buenos. Para mí, un buen líder tiene que saber comunicar con claridad, algo que a veces damos por hecho, pero que marca una gran diferencia en cómo se alinean los equipos y se ejecutan las estrategias.
También creo que la confianza es la base de todo: confiar en uno mismo, pero sobre todo en el equipo. Cuando hay confianza mutua, se genera un entorno donde las ideas fluyen, los errores se convierten en aprendizajes y los logros se celebran como equipo.
La inteligencia emocional es otra pieza clave. En una industria tan dinámica y exigente como la farmacéutica, saber leer el contexto emocional, gestionar tensiones y mantener un ambiente sano es tan importante como tener una buena estrategia.
Y hablando de estrategia, creo que un líder debe tener visión, pero también flexibilidad. La capacidad de adaptarse, de aprender rápido y de tomar decisiones con responsabilidad y ética es lo que marca la diferencia. La pasión por lo que hacemos es el motor, pero siempre debe ir acompañada de un fuerte sentido de responsabilidad.
En mi caso, intento aplicar todo esto cada día, sabiendo que liderar no es un destino, sino un camino de aprendizaje constante.
¿Has tenido en tu vida alguna mujer que te haya inspirado? ¿Alguna mentora o mentor? ¿Quién era, y de qué manera influyó en tu camino profesional?
A lo largo de mi carrera profesional y de mi vida personal, he tenido la suerte de encontrarme con mujeres extraordinarias que me han inspirado y guiado. Su influencia ha sido fundamental para mi desarrollo profesional y personal.
Una de las mujeres que me ha inspirado en mi vida profesional fue Verónica, que fue mi jefa en una de mis etapas profesionales más bonitas. Venía de pasar muchos años en Ventas y daba un giro a mi carrera profesional para introducirme en el área de Acceso al Mercado. Su habilidad para liderar con empatía y su capacidad para afrontar y resolver tanto barreras externas e internas, como conversaciones complejas, me enseñó mucho sobre lo que es el liderazgo efectivo. Confió en mí desde el primer momento y delegó en mi demostrándome que era perfectamente capaz de enfrentarme a proyectos y tareas que en ese momento eran nuevas para mí.
Sin duda alguna, me mostró cómo ser un líder inclusivo, empático y con mucho foco en el desarrollo de las personas que forman tu equipo. Siempre, desde el primer momento, se preocupó por cuáles serían mis siguientes pasos a nivel profesional y lo que es más importante, estar preparado para los mismos.
Su liderazgo y enseñanzas han moldeado mis objetivos profesionales y me han ayudado a alcanzar las metas que me he propuesto.
¿Qué consejos darías a una mujer en la IF para crecer profesionalmente?
Creo que muchos de los consejos que he recibido —y que intento aplicar en mi día a día— son válidos tanto para mujeres como para hombres. Lo primero que diría es que no hay que tener miedo a salir de la zona de confort. Muchas veces, las oportunidades que más nos hacen crecer son las que al principio nos dan vértigo. En mi experiencia, asumir nuevos retos, incluso cuando no tienes todas las respuestas, es una de las mejores formas de evolucionar profesionalmente.
También creo mucho en el poder de las relaciones. Construir una red de contactos sólida, compartir experiencias, aprender de otros... eso te abre puertas y te da una perspectiva más rica del sector. Personalmente, he tenido la suerte de contar con personas que me han inspirado y acompañado en distintos momentos de mi carrera, y por eso siempre animo a buscar mentores o referentes que te ayuden a ver más allá de lo inmediato.
Y, por último, algo que considero fundamental: mantener una actitud positiva y resiliente. Esta industria es apasionante, pero también exigente. Habrá momentos difíciles, decisiones complejas y situaciones que no salgan como esperabas. Pero si mantienes la pasión por lo que haces y aprendes de cada paso, incluso de los tropiezos, el camino se vuelve mucho más enriquecedor.
¿Cómo logras la conciliación entre tu vida personal y profesional? (hobbies, padres mayores, hijos…). ¿Qué medidas hay dentro de la industria farmacéutica que fomentan la conciliación?
La conciliación entre la vida personal y profesional es fundamental para mantener el equilibrio, la motivación y, en definitiva, el rendimiento sostenido en el tiempo. En mi caso, he aprendido que la clave está en la organización, la planificación y, sobre todo, en establecer límites claros. Hay momentos para el trabajo y momentos que son sagrados, como los que paso con mi mujer y mis hijas, o cuando salgo en bicicleta, que es mi gran pasión. El deporte me da claridad mental, energía y me ayuda a mantenerme enfocado.
En Bristol Myers Squibb valoramos profundamente el equilibrio entre la vida personal y profesional, y lo fomentamos de forma muy activa. Cada persona tiene su propio ritmo, sus propias necesidades, y creemos que es fundamental ofrecer un entorno que lo respete y lo acompañe. Por eso, promovemos una cultura de flexibilidad real, donde los horarios pueden adaptarse a las circunstancias personales y familiares, y donde el teletrabajo no es una excepción, sino una herramienta para mejorar la calidad de vida y reducir el estrés del día a día.
Además, contamos con políticas que permiten a las personas estar presentes cuando más se necesita: ya sea por maternidad, paternidad o para cuidar de un familiar. Y no nos olvidamos del bienestar integral: desde actividades deportivas hasta apoyo psicológico, entendemos que cuidar de uno mismo es parte del trabajo bien hecho.
Pero, por encima de todo, lo que más valoro es el ambiente que hemos construido: un entorno inclusivo, empático, donde se entiende que detrás de cada profesional hay una persona con una vida rica, compleja y valiosa. Estoy convencido de que cuando alguien se siente respetado y equilibrado en lo personal, su compromiso y su rendimiento profesional se multiplican.