Este movimiento podría redibujar las cadenas de suministro globales y tener un impacto directo en los precios, la disponibilidad de medicamentos y la inversión en I+D.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado la imposición de aranceles del 25?% a las importaciones de productos farmacéuticos, en un intento de repatriar la producción y reforzar el tejido industrial estadounidense. Esta medida, que también afecta a los sectores de automoción y semiconductores, entrará en vigor el próximo 2 de abril de 2025, con la posibilidad de aumentarse aún más en el transcurso del año.
La decisión forma parte de una estrategia para presionar a las farmacéuticas a abandonar países como China, India, Irlanda o Alemania y establecer su producción en suelo estadounidense. Según datos de 2023, Irlanda lidera las exportaciones farmacéuticas hacia EE. UU. con un 20,4?% del total, seguida por Alemania (10,8?%), Suiza (8,6?%), India (6,2?%) y China (3,4?%).
Durante una reunión privada con directivos de Pfizer, Merck y Eli Lilly, Trump instó a las compañías a acelerar el traslado de sus operaciones, sin comprometerse a eliminar las políticas de control de precios de medicamentos impulsadas durante la administración Biden.
El anuncio ha tenido un impacto inmediato en los mercados bursátiles. Las acciones de AbbVie y Bristol Myers Squibb cayeron cerca de un 7?%, mientras que Merck y Amgen registraron descensos del 6?%. La Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (EFPIA) ha mostrado su preocupación por las implicaciones a medio plazo.
Desde Europa, se advierte que hasta 16.500 millones de euros en inversiones previstas en el sector podrían trasladarse a Estados Unidos, ante el nuevo escenario comercial. La EFPIA teme que este movimiento provoque un éxodo de inversiones estratégicas que afecte a la competitividad, el empleo y la soberanía farmacéutica de la Unión Europea.
Los aranceles se aplicarán desde abril, aunque se ha concedido un periodo de gracia para que las empresas puedan reubicar su producción. Sin embargo, la combinación de incertidumbre regulatoria, presión política y tensiones geoeconómicas está generando inquietud tanto en el ámbito farmacéutico como en el financiero.
Este movimiento podría redibujar las cadenas de suministro globales y tener un impacto directo en los precios, la disponibilidad de medicamentos y la inversión en I+D, afectando también a países como España, que forman parte del ecosistema farmacéutico europeo.
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